Escrito por Wendell Posadas el junio 25, 2021
Máximo de Turín, Santo
Obispo

La colección que se hizo de sus supuestas obras, editadas por Bruno Bruni en 1784, comprende unos 116 sermones, 118 homilías y 6 tratados; pero esta clasificación es muy arbitraria y, posiblemente, la mayoría de las obras citadas deban atribuirse a otros autores. Son particularmente interesantes por darnos a conocer algunas costumbres extrañas y pintorescas de la antigüedad sobre las condiciones en que vivían los pueblos de la Lombardía, en la época de las invasiones de los godos. En una de sus homilías describe la destrucción de Milán por las hordas de Atila; en otra, habla de los mártires Octavio, Solutor y Adventus, cuyas reliquias se conservan en Turín. «Debemos honrar a todos los mártires, recomienda; pero especialmente a aquellos cuyas reliquias poseemos, puesto que ellos velan por nuestros cuerpos en esta vida y nos acogen cuando partimos de ella». En dos homilías sobre la acción de gracias inculcaba el deber de elevar diariamente las preces al Señor y recomendaba los Salmos como los mejores cánticos de alabanza. Insistía en que nadie debía dejar las oraciones de la mañana y la noche, así como la acción de gracias, antes y después de las comidas. Máximo exhortaba a todos los cristianos para que hiciesen el signo de la cruz al emprender cualquier acción, puesto que «por el signo de Jesucrinto (hecho con devoción) se pueden obtener bendiciones sin cuento sobre todas nuestras empresas». En uno de sus sermones, abordó el tema de los festejos un tanto desenfrenados del Año Nuevo y criticó la costumbre de dar regalos a los ricos, sin haber repartido antes limosnas entre los pobres. Más adelante, en esa misma prédica, atacó duramente a «los herejes que venden el perdón de los pecados», cuyos pretendidos sacerdotes piden dinero por la absolución de los penitentes, en vez de imponerles penitencias y llanto por sus culpas.
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