El Papa en RDC: Los cristianos están llamados a ser conciencia de paz
Vatican News
En un mundo abatido por la violencia y la guerra los cristianos están llamados a hacer como Jesús: proclamar al mundo el anuncio profético e inesperado de la paz. Es la indicación del Papa Francisco en la Santa Misa por la paz y la justicia, presidida ante más de un millón de fieles, en el segundo día de su viaje apostólico a la República Democrática del Congo y a Sudán del Sur.
“Esengo, alegría: la alegría de verlos y encontrarlos es grande; he anhelado mucho este momento, ¡gracias por estar aquí!”, comienza diciendo el Santo Padre en el Aeropuerto de N’dolo, escenario de la celebración eucarística en la capital congoleña.
El Papa se refiere a la alegría y el asombro de los discípulos en la noche de Pascua al ver a Jesús resucitado, que el Evangelio de Juan acaba de proclamar y evidencia la primera frase pronunciada por Jesús: «¡La paz esté con ustedes!» Una frase que “es más que un saludo, es un envío” y que llega en el momento en que todo parecía haber terminado para ellos, en el momento más imprevisto e inesperado, porque, – precisa el Santo Padre – así actúa el Señor: nos asombra, nos tiende la mano cuando estamos a punto de hundirnos, nos levanta cuando tocamos fondo”.
Hermanos, hermanas, con Jesús el mal nunca prevalece, nunca tiene la última palabra. «Porque Cristo es nuestra paz» (Ef 2,14) y su paz triunfa. Por eso, los que pertenecemos a Jesús no podemos dejar que prevalezca en nosotros la tristeza, no podemos permitir que crezca la resignación y el fatalismo. Si a nuestro alrededor se respira este clima, que no sea así para nosotros. En un mundo abatido por la violencia y la guerra, los cristianos hacen como Jesús. Él, casi insistiendo, repitió a los discípulos: ¡La paz esté con ustedes! (cf. Jn 20,19.21); y nosotros estamos llamados a hacer nuestro y proclamar al mundo este anuncio profético e inesperado de la paz.
Las tres fuentes de paz
Pero ¿cómo conservar y cultivar la paz de Jesús? Es la pregunta que plantea Francisco a continuación. Recuerda que Jesús mismo señala tres fuentes de paz, tres manantiales para seguir alimentando la paz: el perdón, la comunidad y la misión.
El perdón nace de las heridas
Jesús, “antes de dar a los apóstoles el poder de perdonar, los perdona” – evidencia el Papa – “no con palabras sino con un gesto”. Es decir, “les muestra las llagas, se las ofrece, porque el perdón nace de las heridas. Nace cuando las heridas sufridas no dejan cicatrices de odio, sino que se convierten en un lugar para hacer sitio a los demás y acoger sus debilidades. Entonces las fragilidades se convierten en oportunidades y el perdón en el camino hacia la paz. No se trata de dejarlo todo atrás como si nada hubiera sucedido, sino de abrir a los demás con amor el corazón”.
Hermanos, hermanas, cuando la culpa y la tristeza nos oprimen, cuando las cosas no van bien, sabemos dónde mirar: a las llagas de Jesús, dispuesto a perdonarnos con su amor herido e infinito. Él conoce tus heridas, conoce las heridas de tu país, de tu gente, de tu tierra. Son heridas que queman, continuamente infectadas por el odio y la violencia, mientras que la medicina de la justicia y el bálsamo de la esperanza parecen no llegar nunca. Hermano, hermana, Jesús sufre contigo, ve las heridas que llevas dentro y desea consolarte y sanarte, ofreciéndote su Corazón herido.